Su función principal es atraer la atención de prospectos calificados, generar tráfico hacia un sitio web o plataforma, y ​​crear oportunidades para captar clientes potenciales. Sin embargo, las campañas no garantizan automáticamente una venta.

El verdadero desafío viene después: el seguimiento y el proceso de ventas. Una vez que los prospectos han sido atraídos por los anuncios, el siguiente paso es calificarlos, identificar aquellos que realmente tienen interés y están en condiciones de realizar una compra. 

Esto implica un proceso de comunicación efectiva, construcción de confianza y personalización de la oferta para satisfacer las necesidades del cliente. Por eso, es un error pensar que los ADS son una “bola de cristal” que predecirá o asegurará ventas de forma automática. 

Aunque son una herramienta poderosa para aumentar la visibilidad y generar prospectos, su efectividad depende en gran medida de lo que ocurra después de que los potenciales clientes den el primer paso.

La estrategia de marketing debe ser integral, donde el servicio post-captación, la atención al cliente y la optimización constante jueguen un rol fundamental para convertir a esos prospectos en clientes reales. En conclusión, las campañas de ADS son solo el primer eslabón en la cadena de ventas. Generan oportunidades, pero convertirlas en resultados requieren un esfuerzo coordinado y continuo.