¿Sabes qué es una metáfora? En lingüística, denominamos este fenómeno como una comparación entre dos cosas que no están relacionadas de otro modo. En estas, las cualidades de una forma son figurativamente trasladadas a otra. Como ejemplo podemos relacionar “Parece gallo ese diputado” Dando alusión a que, los gallos se levantan temprano a realizar sus actividades. Es aquí donde comenzamos la anomalía. ¿Y qué pasaría si les dijera que parece gallo, porque nomás se la pasa molestando desde temprano? ¿Concuerda? Es efectivamente el tema que les vengo a escribir

En política, no es una ley no escrita, pero es una sugerencia que siempre hago a las y los actores del servicio público. Existen muchas y muchos que se atañen “del pueblo” por creer que utilizar una jerga coloquial y metafórica los hará más humildes, pero es demasiado peligroso. Existen dos problemáticas ante este fenómeno en el discurso: la primera es que ambos hablantes deben tener conocimiento de lo que se está diciendo para extender una metáfora, o en su caso, contextualizarlo antes de aplicarlo. Y el segundo es que la metáfora se está deformando, o me atrevería a decir, hasta perdiendo.

En estos momentos recuerdo aquel discurso del ex presidente, (o dictador para algunas y algunos) Augusto Pinochet, el cual, en 1980, mencionó lo siguiente: “Ayer estábamos al borde del abismo, hoy hemos dado un paso hacia adelante” En este caso, vemos dos metáforas, que, si las unimos, dan un significado muy llamativo. Analicemos: si usted se encuentra al borde del abismo y da un paso hacia adelante, ¿qué nos quiso decir? Esto nos demuestra dos cosas: es un claro ejemplo de cómo no usar una metáfora, o es otro claro ejemplo de cómo sí usarla, en el debido caso de que el ex presidente quiso explicar con palabras sutiles que ya se hundió el país.

Póngase a reflexionar: cuántos candidatos, candidatas, presidentas, presidentes, diputados, diputadas, “etecé, etecé”; escuchamos en sus discursos el intento de mimetizar con la población. Como lo escribía anteriormente, el segundo problema con ello es que, la lengua y dialecto va deformándose a través de las generaciones. En los años 50s y 60s, el uso de estas era muy normal, a tal grado que la misma gente lo fue deformando. Pongamos un ejemplo: “árbol que nace torcido, su rama nunca se endereza” ¿A cuantas personas hemos escuchado decir: “Y recuerda: árbol que nace torcido…” Y deja la frase inconclusa. Esa elisión pasó a la siguiente generación, a tal grado que los millennials ya no conocieron la segunda parte de esta frase.

Eso es lo problemático: Ahora, en un intento de humildad, lo único que están provocando es la ambigüedad. Primer consejo y máxima dentro de las clases que recibí de Ortotipografía: Siempre que hables o escribas, date a entender, y nunca des a entender otra cosa.

Y en un segundo análisis, es llamativo, indagatorio y hasta sospechoso el uso del diminutivo en ciertos discursos. Este caso se puede utilizar en algunos aspectos, ya sea para referirse a algo más pequeño de lo normal, (bolsa y bolsita) como gesto de cariño, (mi hijo, mi hijito) hacer menos a una situación, (problema, problemita) o al grado de denostar bajeza o menosprecio a algo o alguien, (doctor, doctorcito)

Tenemos algunas y algunos actores políticos que les encanta generar “amor y cercanía” con el uso del diminutivo. Tal es el caso de la mandataria de Villa de Álvarez, el cual ya nos acuñó como “Chulas y Chulos” que, hasta el momento, es pasable. Utilizar ya el diminutivo, como le escribía anteriormente, es llamativo, indagatorio, o sospechoso, (léase como pregunta también)

Dentro del discurso oral de la mandataria, ante las situaciones de violencia, (sobre todo números) procura, a parte de no dar datos reales, cambiar el tema con situaciones que implique el diminutivo, siempre refiriéndose a sus allegados, sociedad y objetos. ¿Qué estará tratando de decir? ¿nos dice las cosas con cariño, o que, para ella, esos temas son inferiores y de poca importancia?

Dentro de las asesorías políticas, existen muchas y muchos expertos de la lengua y el lenguaje, los cuales aseguran que, en su forma de expresarse, muestren estos actos como símbolo y bandera de humildad, que, dentro de todo caso, es parte cierta, pero no se olviden del primer consejo que mencioné; nunca lo olviden. Y un segundo consejo es: un resultado no se obtiene a través de una acción, sino de varios sucesos entrelazados. En este caso: siempre recuerden que dentro de todo lo que hagan y digan, tengan en cuenta los actos de habla: acto locutivo, ilocutivo y perlocutivo. Si usted se pregunta qué es eso, déjeme explicárselo en la siguiente columna, el cual, tenemos muchísimos ejemplos políticos colimenses.

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¿Sabes qué es una metáfora? En lingüística, denominamos este fenómeno como una comparación entre dos cosas que no están relacionadas de otro modo. En estas, las cualidades de una forma son figurativamente trasladadas a otra. Como ejemplo podemos relacionar “Parece gallo ese diputado” Dando alusión a que, los gallos se levantan temprano a realizar sus actividades. Es aquí donde comenzamos la anomalía. ¿Y qué pasaría si les dijera que parece gallo, porque nomás se la pasa molestando desde temprano? ¿Concuerda? Es efectivamente el tema que les vengo a escribir

En política, no es una ley no escrita, pero es una sugerencia que siempre hago a las y los actores del servicio público. Existen muchas y muchos que se atañen “del pueblo” por creer que utilizar una jerga coloquial y metafórica los hará más humildes, pero es demasiado peligroso. Existen dos problemáticas ante este fenómeno en el discurso: la primera es que ambos hablantes deben tener conocimiento de lo que se está diciendo para extender una metáfora, o en su caso, contextualizarlo antes de aplicarlo. Y el segundo es que la metáfora se está deformando, o me atrevería a decir, hasta perdiendo.

En estos momentos recuerdo aquel discurso del ex presidente, (o dictador para algunas y algunos) Augusto Pinochet, el cual, en 1980, mencionó lo siguiente: “Ayer estábamos al borde del abismo, hoy hemos dado un paso hacia adelante” En este caso, vemos dos metáforas, que, si las unimos, dan un significado muy llamativo. Analicemos: si usted se encuentra al borde del abismo y da un paso hacia adelante, ¿qué nos quiso decir? Esto nos demuestra dos cosas: es un claro ejemplo de cómo no usar una metáfora, o es otro claro ejemplo de cómo sí usarla, en el debido caso de que el ex presidente quiso explicar con palabras sutiles que ya se hundió el país.

Póngase a reflexionar: cuántos candidatos, candidatas, presidentas, presidentes, diputados, diputadas, “etecé, etecé”; escuchamos en sus discursos el intento de mimetizar con la población. Como lo escribía anteriormente, el segundo problema con ello es que, la lengua y dialecto va deformándose a través de las generaciones. En los años 50s y 60s, el uso de estas era muy normal, a tal grado que la misma gente lo fue deformando. Pongamos un ejemplo: “árbol que nace torcido, su rama nunca se endereza” ¿A cuantas personas hemos escuchado decir: “Y recuerda: árbol que nace torcido…” Y deja la frase inconclusa. Esa elisión pasó a la siguiente generación, a tal grado que los millennials ya no conocieron la segunda parte de esta frase.

Eso es lo problemático: Ahora, en un intento de humildad, lo único que están provocando es la ambigüedad. Primer consejo y máxima dentro de las clases que recibí de Ortotipografía: Siempre que hables o escribas, date a entender, y nunca des a entender otra cosa.

Y en un segundo análisis, es llamativo, indagatorio y hasta sospechoso el uso del diminutivo en ciertos discursos. Este caso se puede utilizar en algunos aspectos, ya sea para referirse a algo más pequeño de lo normal, (bolsa y bolsita) como gesto de cariño, (mi hijo, mi hijito) hacer menos a una situación, (problema, problemita) o al grado de denostar bajeza o menosprecio a algo o alguien, (doctor, doctorcito)

Tenemos algunas y algunos actores políticos que les encanta generar “amor y cercanía” con el uso del diminutivo. Tal es el caso de la mandataria de Villa de Álvarez, el cual ya nos acuñó como “Chulas y Chulos” que, hasta el momento, es pasable. Utilizar ya el diminutivo, como le escribía anteriormente, es llamativo, indagatorio, o sospechoso, (léase como pregunta también)

Dentro del discurso oral de la mandataria, ante las situaciones de violencia, (sobre todo números) procura, a parte de no dar datos reales, cambiar el tema con situaciones que implique el diminutivo, siempre refiriéndose a sus allegados, sociedad y objetos. ¿Qué estará tratando de decir? ¿nos dice las cosas con cariño, o que, para ella, esos temas son inferiores y de poca importancia?

Dentro de las asesorías políticas, existen muchas y muchos expertos de la lengua y el lenguaje, los cuales aseguran que, en su forma de expresarse, muestren estos actos como símbolo y bandera de humildad, que, dentro de todo caso, es parte cierta, pero no se olviden del primer consejo que mencioné; nunca lo olviden. Y un segundo consejo es: un resultado no se obtiene a través de una acción, sino de varios sucesos entrelazados. En este caso: siempre recuerden que dentro de todo lo que hagan y digan, tengan en cuenta los actos de habla: acto locutivo, ilocutivo y perlocutivo. Si usted se pregunta qué es eso, déjeme explicárselo en la siguiente columna, el cual, tenemos muchísimos ejemplos políticos colimenses.

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La meta de la metáfora y la fuerza del diminutivo en la política

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01 de Noviembre del 2024


¿Sabes qué es una metáfora? En lingüística, denominamos este fenómeno como una comparación entre dos cosas que no están relacionadas de otro modo. En estas, las cualidades de una forma son figurativamente trasladadas a otra. Como ejemplo podemos relacionar “Parece gallo ese diputado” Dando alusión a que, los gallos se levantan temprano a realizar sus actividades. Es aquí donde comenzamos la anomalía. ¿Y qué pasaría si les dijera que parece gallo, porque nomás se la pasa molestando desde temprano? ¿Concuerda? Es efectivamente el tema que les vengo a escribir

En política, no es una ley no escrita, pero es una sugerencia que siempre hago a las y los actores del servicio público. Existen muchas y muchos que se atañen “del pueblo” por creer que utilizar una jerga coloquial y metafórica los hará más humildes, pero es demasiado peligroso. Existen dos problemáticas ante este fenómeno en el discurso: la primera es que ambos hablantes deben tener conocimiento de lo que se está diciendo para extender una metáfora, o en su caso, contextualizarlo antes de aplicarlo. Y el segundo es que la metáfora se está deformando, o me atrevería a decir, hasta perdiendo.

En estos momentos recuerdo aquel discurso del ex presidente, (o dictador para algunas y algunos) Augusto Pinochet, el cual, en 1980, mencionó lo siguiente: “Ayer estábamos al borde del abismo, hoy hemos dado un paso hacia adelante” En este caso, vemos dos metáforas, que, si las unimos, dan un significado muy llamativo. Analicemos: si usted se encuentra al borde del abismo y da un paso hacia adelante, ¿qué nos quiso decir? Esto nos demuestra dos cosas: es un claro ejemplo de cómo no usar una metáfora, o es otro claro ejemplo de cómo sí usarla, en el debido caso de que el ex presidente quiso explicar con palabras sutiles que ya se hundió el país.

Póngase a reflexionar: cuántos candidatos, candidatas, presidentas, presidentes, diputados, diputadas, “etecé, etecé”; escuchamos en sus discursos el intento de mimetizar con la población. Como lo escribía anteriormente, el segundo problema con ello es que, la lengua y dialecto va deformándose a través de las generaciones. En los años 50s y 60s, el uso de estas era muy normal, a tal grado que la misma gente lo fue deformando. Pongamos un ejemplo: “árbol que nace torcido, su rama nunca se endereza” ¿A cuantas personas hemos escuchado decir: “Y recuerda: árbol que nace torcido…” Y deja la frase inconclusa. Esa elisión pasó a la siguiente generación, a tal grado que los millennials ya no conocieron la segunda parte de esta frase.

Eso es lo problemático: Ahora, en un intento de humildad, lo único que están provocando es la ambigüedad. Primer consejo y máxima dentro de las clases que recibí de Ortotipografía: Siempre que hables o escribas, date a entender, y nunca des a entender otra cosa.

Y en un segundo análisis, es llamativo, indagatorio y hasta sospechoso el uso del diminutivo en ciertos discursos. Este caso se puede utilizar en algunos aspectos, ya sea para referirse a algo más pequeño de lo normal, (bolsa y bolsita) como gesto de cariño, (mi hijo, mi hijito) hacer menos a una situación, (problema, problemita) o al grado de denostar bajeza o menosprecio a algo o alguien, (doctor, doctorcito)

Tenemos algunas y algunos actores políticos que les encanta generar “amor y cercanía” con el uso del diminutivo. Tal es el caso de la mandataria de Villa de Álvarez, el cual ya nos acuñó como “Chulas y Chulos” que, hasta el momento, es pasable. Utilizar ya el diminutivo, como le escribía anteriormente, es llamativo, indagatorio, o sospechoso, (léase como pregunta también)

Dentro del discurso oral de la mandataria, ante las situaciones de violencia, (sobre todo números) procura, a parte de no dar datos reales, cambiar el tema con situaciones que implique el diminutivo, siempre refiriéndose a sus allegados, sociedad y objetos. ¿Qué estará tratando de decir? ¿nos dice las cosas con cariño, o que, para ella, esos temas son inferiores y de poca importancia?

Dentro de las asesorías políticas, existen muchas y muchos expertos de la lengua y el lenguaje, los cuales aseguran que, en su forma de expresarse, muestren estos actos como símbolo y bandera de humildad, que, dentro de todo caso, es parte cierta, pero no se olviden del primer consejo que mencioné; nunca lo olviden. Y un segundo consejo es: un resultado no se obtiene a través de una acción, sino de varios sucesos entrelazados. En este caso: siempre recuerden que dentro de todo lo que hagan y digan, tengan en cuenta los actos de habla: acto locutivo, ilocutivo y perlocutivo. Si usted se pregunta qué es eso, déjeme explicárselo en la siguiente columna, el cual, tenemos muchísimos ejemplos políticos colimenses.

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